Lurrie Bell (Chicago, 1958) creció escuchando las historias que su padre, el gran armonicista Carey Bell, le contaba sobre los viejos leones del blues, de como las mujeres y el dinero perseguían, por aquel entonces, a los héroes negros que cambiaron con sus canciones el devenir de la música contemporánea. Esto es lo que quiso hacer el joven Lurrie cuando empezó a tocar, siendo un adolescente, en las bandas de su padre, Koko Taylor, Eddie Taylor, Big Walter Horton...Pero eran otros tiempos y a pesar de que militó en la banda joven con más talento de los 80-90, "Son Of The Blues", no pudo colmar sus expectativas y cayó en un agujero negro. Del que saldría para reivindicar lo gran guitarrista que es -vieja escuela- con una serie de discos que culminan en este maravilloso "The Devil Ain't Got no Music". Sin duda entre los tres mejores discos de blues del 2012 que acabó hace unos días y que ha estado algo pobre en cuanto a novedades notables en el mundo de los 12 compases. Lurrie, huérfano y maduro, ha dejado un disco prodigioso, para escucharlo acompañado con una buena botella de bourbon y luces de velas. Se presenta en formato acústico, como ya haría en alguna ocasión con su difunto padre, pero no dudes en buscarte su material eléctrico para quedarte con la boca abierta. Una leyenda en el presente.
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