He tenido más de un mes pendiente la escucha de este disco y,
el azar, en ocasiones juega a nuestro favor, ya que active el play por error
pensando que se trataba de otro artista. En el visor del reproductor sale el
nombre de un tipo desconocido para mí, Johnny Tucker y para mi sorpresa la
fecha de producción que le acompaña es del 2018, el efecto es instantáneo. Le
emoción que transmite el disco desde su inicio, ese sonido directo, tal que
estuvieses en un garito de Maxwell Street, la estremecedora voz de Tucker, el
eco de la sala donde se escucha claramente que están metidos todos los músicos grabando
al estilo de los clásicos del estilo, conecta de inmediato con mi subconsciente
repleto de los sonidos de discos que cambiaron para siempre mi vida como los
“Real Folk Blues” que sacó en los sesenta Chess Records de gente como Waters o
Sonny Boy Williamson. Y a mi cabeza viene una idea: estoy delante de un clásico
contemporáneo del blues. De un disco que va a durar, que pervivirá a lo largo
del tiempo y será referencia del blues de este siglo que ha dado pocas obras
maestras de momento. Los discos nacen
del talento de un grupo de gente y, a pesar de que no conozco el catálogo del
sello que lo edita, HighJohn Records, no va a pasar tiempo desde que haga un
barrido por el mismo, es indudable que contar con un elenco de músicos, de lo
mejor del momento, no hacen otra cosa que engrandecerlo. Aquí están muy
presentes los chicos de la banda, digo “muy” porque no es solo una simple
colaboración de “stars”, la emoción no se compra. Aquí está el guitarrista Big
John Atkinson, el que repite más a lo largo del disco; el bajista Scott Smartt,
que alterna con la guitarra; en armónicas Troy Sandow –también al bajo- y omnipresente
Bob Corritore soplando harmónicas; Robert Welch, que entra en el órgano y una
colaboración del mismísimo Kid Ramos en mitad del disco; vemos como los mismos
músicos se van alternando en los instrumentos, como si fuera un día de buen
rollo en el local de ensayo. Esas entradas de instrumentos marcadas por los
gritos de Tucker o los jadeos del propio cantante le dan más credibilidad al
disco, llega a poner pelos de puntas, a mi memoria discos grabados en el mismo
estilo como Hoodoo Man Blues de Junior Wells & Buddy Guy o el tremendo
Woodstock Album de Muddy Waters. Te doy otro dato: todos los temas son
originales y compuesto por Johnny Tucker. El salto inicial es de traca, Talkin About You Baby, rememorando la
fiereza del mismísmo Howlin Wolf y con esos licks de guitarra tan
característicos de su escudero Hubert Sumlin. La voz de Tucker es poderosa, y
aunque la referencia sea el anteriormente nombrado Howlin’ Wolf, este huye de
cualquier histrionismo o tic exagerado, dejando una clara impronta personal. El
siguiente tema es Tired Of Doing
Nothing, que ataca con una harmónica con un sonido saturado al límite, “cansado
de no hacer nada, de no hacer nada por mí”, bestial shufle con mensaje ante la
depresión y la apatía. Why do you let me
down so hard es una amarga plegaria de desesperación por salvar un amor
imposible, regado por la harmónica del gran Bob Corritore. Love and Apreciation es un giro a terrenos más soul, vía Sam Cooke,
donde da la talla de sobra y puede que esté entre las favoritas del disco.
Aunque para favorita total está Seven
Day, la que le da el título, un tema funky ejecutado en clave de
improvisación con solos más amplios de la banda base, repetirá con este estilo
funky en I Wana Do It y con los
mismos resultados. La Gibson de Atkinson da paso a la Fender del exThunderbird
Kid Ramos en “Come On Home With Me”
en un claro ejemplo de sonido del West Side de la ciudad del viento y, como no
da opción al aburrimiento, en el siguiente tema, Tell You All, coge el protagonismo
el órgano de Bob Welch. Cuidaíto que solo estamos en la mitad del disco y ya me
falta el aliento. Qué bien están los harmonicistas del disco, pausados y sin
notas que sobren, esta Something To Tell
You es un regalo para cualquier aficionado al instrumento. Arrasa con los medios tiempos Gonna
Give You One More Chance y One Of This Days. A vueltas con el “lobo
ahuyador” en I Can’t Wait y Listen Everybody, otras dos muestras
geniales lo que pasó en los estudios Chess fue cosa seria. No se puede acabar
sin un tema al mismo nivel, en You Can
Leave My House con Atkinson al bajo y Scott Martt a la guitarra demuestra
que si grabas un disco pasándolo bien todo lo demás va rodado ¿Cuánto tiempo
hace que un tema de casi 6 minutos te deje con ganas de más? No ha parado de
sonar desde que lo puse, este disco está dentro de lo imprescindible del año y
entra en la discoteca de favorito forever.
Brillante reseña de un disco con plenas facultades para ser top en este nuevo año.Un sonido característico de aquella gloriosa época y un artista ejemplar a la hora de entonar . Buena semana my friend !
ResponderEliminarHi :)
ResponderEliminarCould You upload Henry Johnson - Organic
or his other albums?